
Los bueyes delante, la carreta atrás; abajo la tierra, arriba el cielo.
A través de la figura metafórica de la carreta, se discute sobre el problema organizativo del heterogéneo conjunto social disidente uruguayo; para seguir pensando el como en función de las finalidades que deben aún ser debatidas y consensuadas. Las carencias en estos sentidos explican, al menos en parte, el aparente empantanamiento en la capacidad movilizadora. Identificar e intentar reparar errores y desviaciones también son parte impresindible para la continuidad del movimiento.
Bueyes y «bueyas»
Sí, tiene Ud. razón, el título evoca el dicho no hay que poner la carreta delante de los bueyes, no era difícil acertar. Pero una vez satisfecho por el título, se me presentaron algunas interrogantes propias de una persona urbana, que probablemente un hombre rural pudiera responder certeramente. ¿Qué animal es exactamente un buey?
Porque siguiendo con las sentencias populares, también he oído muchas veces decir entre bueyes no hay cornadas o es fuerte como un buey. Lo cual permite deducir que un buey tiene cuernos y es un animal de fuerza.
Ya estaba bastante orientado, pero para asegurar consulté a una amiga uruguaya que es veterinaria y me despejó las dudas que pudiera tener. Un buey es un bovino macho, es decir que es un toro. Aunque mi pregunta fue casi feminista, yo indagué como se denomina la hembra del buey, porque nunca escuché hablar de “bueya”.
Su respuesta fue muy lógica, al explicarme que un buey es un toro castrado, que por eso desarrolla más su musculatura y al no servir para la reproducción se destina a trabajos de campo utilitarios (como arar o la tracción de una carreta). Pero eso era antiguamente; en la actualidad ya casi no se utilizaban en Uruguay por el alto grado de mecanización de las tareas rurales.
Por lo tanto, la hembra bovina del buey, ¡es la vaca! Porque no sufren el mismo tratamiento castrante de esos toros machos destinados a trabajar y no hay vacas especializadas en eso (aunque sí en otras labores, como las vacas lecheras).
Entonces, una vez despejadas esas cuestiones biológicas y de nominaciones, voy al tema de la carreta y demás.
¿Qué carreta precisamos para movernos y avanzar?
Una carreta es un medio de transporte terrestre con ruedas y toldos, que se desplaza por fuerza animal de tiro. Aunque muy usada antes en el medio rural, ya ha sido largamente superado por el desarrollo tecnológico, pero persiste su recuerdo bajo distintas maneras de representación; en Montevideo el Parque Batlle y Ordóñez alberga un monumento, obra del escultor José Belloni, en su memoria.
Pero no crean que estoy hablando en un registro meramente utilitario y piense en el retorno de los medios de transporte sin motor y a tracción animal. Tal vez pueda tomarse como metáfora para plantear una discusión sobre los medios y los fines o en un recorte más preciso, una reflexión sobre la construcción de un vehículo organizativo, que permita a los disidentes y miembros de la resistencia a la Plandemia, movernos hacia el futuro y encarar próximas batallas contra los ideólogos, promotores y ejecutores de ese plan inhumano.
Me refiero a este tema por su destacada actualidad, ya que dentro del heterogéneo conjunto social denominado “disidencia” a partir de la emergencia de Covid-19 y las políticas plandémicas asociadas, desde el comienzo se dió naturalmente la dialéctica entre el espontaneísmo y la organización.
Siempre hubo coexistencia entre los primarios deseos y voluntades individuales de defensa de la libertad, la vida, la salud, la verdad y la honestidad, de una multiplicidad de ciudadanos de a pie e intereses organizacionales de diferentes orígenes, incluso político-partidarios.
Ha sido pública la participación de personas comprometidas con proyectos de esa índole en la disidencia y resulta evidente que luego de que algunas figuras conocidas de nuestro campo se propusieran públicamente ingresar a la política partidaria se fueron generando inevitablemente tensiones.
Aunque no hubiese intención deliberada, las lógicas de funcionamiento organizativo y de acción en una perspectiva de organización política siempre generan fricciones y conflictos de poder en el seno de un movimiento social desde el cual surgen y/o actúan los proyectos partidarios.
De la defensa de todos a las iniciativas de conquista de algunos…
Mientras el movimiento estuvo plenamente abocado a la lucha defensiva ante el malón totalitario plandémico, las diferencias y discrepancias, normales en grupos extendidos de conformación sociológica transversal, se atenuaron por la premura de la formación de un frente informal de resistencia, lo más extenso posible, ante enemigos indiscutiblemente poderosos y con ingentes medios.
Pero cuando se produjeron visibles maniobras y golpes de timón, si se me permite introducir aquí una imágen marina, para intentar pasar de una posición defensiva y de autoprotección a reposicionamientos para disputar espacios de poder, ciertas líneas de fractura preexistentes en la etapa organizativa informal, se convirtieron en rupturas expuestas.
A los efectos de mi análisis, yo identifico dos de esas situaciones, llevadas a cabo por diferentes grupos, que aunque con grados de visibilidad distintos, puedo interpretar como intentos de cambios estratégicos. Ambos momentos supusieron dejar provisoriamente la actitud defensiva para ir por objetivos de conquista, lo cual condujo a episodios confrontativos.
Conquistar una cierta posición nueva en un mapa de poder, supone primero una lucha con quien detenta ese lugar. Porque todo cambio de status quo implica cierto grado de violencia, aunque sea en el plano simbólico.
El pasaje de una consideración general y con cierto grado a de abstracción, como la del párrafo precedente, a la interpretación de hechos reales, no es tan sencillo, pero si lo considero necesario en esta coyuntura actual.
Así que me embarcaré o mejor dicho, para mantenernos en un paisaje terrestre, me subiré a un carro de hipótesis, para seguir pensando la complejidad del presente.
Decía que intentar conquistar un lugar lleva a una puja de poderes contra los poseedores de la posición, esto es bastante obvio. Pero simultáneamente también se pueden producir disputas y colisiones en el propio campo, particularmente en el caso que nos ocupa del movimiento disidente.
Mi visión es que esas iniciativas parciales, de grupos disidentes más o menos delimitados, pero sin la participación, discusión ni conocimiento claro de los objetivos de la mayor parte de la masa del movimiento social, lógicamente iban a traer problemas a la interna.
Si los métodos, objetivos y finalidad de grupos de conquista no cuentan con el conocimiento, la aprobación y la adhesión de la mayoría de la disidencia, lo más esperable y lo que ha sucedido en la realidad, es que se generen diferencias, choques y divisiones.
No es lo mismo una carreta que un tanque de guerra.
Retomando la ilustración metafórica, un vehículo que se va a utilizar para transportar gente para una movilización pacífica o para asistir y trasladar heridos tendrá ciertos requisitos para cumplir su función; tal vez alcance con ser una carreta clásica, con grandes ruedas de madera y tirada por bueyes, cubierta solo por unas lonas.
Pero serán muy distintas las “carretas” necesarias para librar batallas de conquista.
Dado que los sitios de poder (aunque solo sean de micropoderes) siempre tienen alguna defensa o fortificación, en los casos de abordaje a estas posiciones habrán confrontaciones y por lo tanto los vehículos deberán poseer otras características.
Será mejor que tengan blindajes y esto aumenta su masa, haciendo la tracción a sangre insuficiente. Requerirán motores y combustibles, posiblemente ruedas con orugas metálicas, para poder transitar territorios irregulares y escarpados.
Aunque mucho más cercanas a las carretas que a los tanques de guerra, las dos “iniciativas” que he seleccionado para pensar estas líneas han tenido avances diferentes. Una de ellas creo se suspendió porque no les dió la nafta, la otra continúa en pie, pero sus pecados de origen, confusa estrategia y descoloridos liderazgos no permite hacer un pronóstico favorable.
¿Cuáles fueron los errores? Varios, pero el principal es muy obvio: querer poner la carreta delante de los bueyes.
Ante adversarios y enemigos poderosos y que cuentan con muchos medios de fuerza, más vale no apresurarse, reflexionar los movimientos a realizar y apaciguar ambiciones.
El resultado va a ser superior y más eficaz si mientras se sigue transitando en las escaramuzas del día a día, se delibera colectivamente y se discute exhaustivamente como debe ser el modelo de “carreta” a construir.
Doy por evidente que los asambleístas participantes del debate democrático debemos ser todos los bueyes y vacas que somos imprescindibles para conducir y tirar de la carreta, y aún otros animales del bosque.
Parezco San Francisco de Asís con mi ficción animalesca, pero mejor así. Mejor pasar por santo que por diablo. Es más saludable mentalmente imaginar una carreta tirada por bueyes rumbo al Ayuí, que tanques destruídos en una guerra real, con cuerpos agujereados y calcinados de soldados en derredor (lo cual se puede mirar en la realidad mundial verdadera de hoy día).
Tierra y cielo.
No voy a extenderme mucho más, porque se que en esta época, cuanto más extenso es el texto, menos lectores llegan al final o siquiera comienzan la lectura.
La tierra es el basamento del movimiento. Es necesario tener los pies en la tierra, en cuanto es el conocimiento certero y detallado del terreno que permite la fluidez y seguridad de las traslaciones y llegar a los destinos prefijados.
La metáfora de la carreta está muy ligada con la tierra, ya que este medio de transporte ancestral mantiene una conexión telúrica profunda con las potencias vitales naturales.
Cierto que también se combate desde hace siglos en el mar y desde hace bastante menos, en el aire (incluso prontamente en el espacio). En esos ambientes diferentes los vehículos deberán ser otros, pero sin perder de vista que lo fundamental es la participación de los seres humanos con las habilidades, técnicas y templanza imprescindible para dar las batallas que se avecinan.
Cuando se posee la disposición anímica, la convicción y la fe, los medios materiales se consiguen de una manera u otra.
El cielo designa todo lo que está por arriba y se extiende de manera casi ilimitada. Los antiguos navegantes se guiaban por las constelaciones de estrellas, antes de la existencia de complejos instrumentos para guiar la navegación a mar abierto.
Tal vez en ese cielo más lejano de las estrellas es donde podríamos ubicar las utopías, a las que me referí en mi anterior columna.
Las religiones suelen posicionar en el cielo tanto a deidades, como a mundos ideales (paraísos).
Pero nosotros los disidentes, una conjunción de creyentes y agnósticos, religiosos y ateos y tantas otras categorías posibles de situarse ante lo natural y sobrenatural, deberíamos enfocarnos en esta etapa, principalmente a un cielo más bajo. Un espacio de ideas y conceptos, una subjetividad para desentrañar finalidades deseadas y delimitar con mayor precisión objetivos terrenales y planes para acercarnos a ellos.
Algunas de estas metas tienen que ser inevitablemente defensivas, como la continuación de la lucha para detener las políticas de inoculaciones experimentales y derrotar a sus promotores ideológicos.
Otros objetivos deben ser creativos y constructivos, por ejemplo, de nuevas concepciones de Salud y Educación. Porque si sabemos que lo que propone y está imponiendo por doquier la agenda 2030 de las élites, para extender y consolidar su dominación y depravación, es humanamente inaceptable, debemos generar nuestras alternativas.
No necesitamos nuevos e ilusorios líderes, que solo pretendan sustituir a los precedentes, pero manteniendo los mismos vicios. Si precisamos multitudes de ciudadanos pensantes que produzcan nuevas ideas y proyectos.
Gente con una creciente coherencia entre el pensar, el sentir y el hacer.
(Ya he leído varias veces antes esto último…pero ahora es una cuestión de supervivencia civilizatoria lograrlo)
2 comentarios en «Los bueyes delante, la carreta atrás; abajo la tierra, arriba el cielo.»
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No se si será por un contexto un tanto alborotado en parte de la disidencia, por acontecimientos recientes, pero esta columna ha causado reacciones inquietantes. Hace un rato leo un comentario en Telegram que dice: «Comunista de mierda devenido en progre cheto que escribe con arroba. GIL DE GOMA» Y para completarla afirma que no me lee nadie.
Pero ahora leo tu comentario, de la que sería mi única lectora (además de mi mismo) y en lugar de estar de acuerdo y elogiar mi escrito, me decís que soy yo el que estoy poniendo «la carreta delante de los bueyes» y que no hay conexión lógica entre dos aseveraciones que hago en uno de los párrafos finales. Me cuestiono si estaré también cayendo en decadencia. Sobre el campo de problemas de las relaciones y vínculos entre grupos, multitud (es) y líderes, mucho se podría escribir, pero no estaría siendo el lugar más idóneo este. Lo que es seguro que esto no lo leerán multitudes, pero tal vez si algún aspirante o autopercibido líder, nunca se sabe…
a) No necesitamos líderes.
b) Precisamos multitudes* de ciudadanos pensantes.
Según esta columna, las dos premisas de arriba, en ESE orden y SIN conector lógico, señalarían que se está «colocando la carreta delante de los bueyes».
Intentaré reformular con conexión lógica:
1- Si hay multitudes de ciudadanos pensantes, no necesitamos líderes.
2- Hay multitudes de ciudadanos pensantes.
Conclusión: Por lo tanto, no necesitamos líderes.
Este razonamiento es lógicamente correcto, independientemente del contenido y valor de verdad de los argumentos. Sin embargo no es lo que se afirma en la columna, que no hace depender una de las premisas de la otra, no constituyendo así un argumento de ningún tipo, sino dos afirmaciones inconexas.
Es claro que no podemos afirmar que la ausencia de líderes producirá automática y necesariamente multitudes* de ciudadanos pensantes. Puede y seguramente hay “multitud” de ciudadanos pensantes, y esto se refiere a la cantidad de ciudadanos que pueden estar aislados cada uno pensando. Pero lo que precisamos son MULTITUDES, o sea, configuraciones de ciudadanos pensantes organizadas de alguna forma. Entonces la siguiente pregunta es: ¿cómo se formarán y organizarán esas “multitudes”?
Mi antiguo médico de cabecera consideraba que «la Química es la rama más avanzada de la Sociología». Interesante. Consideremos una reacción en química y la función del catalizador: «Los catalizadores no alteran el balance energético final de la reacción química, sino que sólo permiten que se alcance el equilibrio con mayor o menor velocidad. Muchos de los catalizadores actúan alterando superficies permitiendo encontrarse y unirse o separarse a dos o más reactivos químicos.»
Viéndolo de esta forma, un «líder» debería actuar como «catalizador» de todos esos procesos sociales que son el caldo de cultivo para generar multitudes pensantes.
Ahora bien, en las reacciones químicas, el catalizador en sí mismo resulta inalterado al final de la reacción. En procesos de sociología humana esto es muy improbable y de ninguna manera deseable. Lo que sí puede quedar inalterada es la FUNCIÓN de catalizador.
Después se vería quién es el buey de punta, quién sostiene el pienso para que avance, etc.