COLUMNA
Uruguay

De la indecisión a la decisión crítica

Leonel Elola Verocay
Licenciado en Psicología
NO+MENTIRAS 21/3/2021

Después del último "Rally por la Libertad" del sábado pasado y a menos de una semana del referéndum por la LUC, nuevas reflexiones para seguir pensando-nos como movimiento disidente en resistencia, para las próximas etapas que se vendrán en Uruguay y el mundo.

¿Rojo a azul?

Ya no me acuerdo en que película o serie de TV lo vi, incluso debe haber más de una que juega con escenas parecidas.

Hay un bomba cercana a estallar, por medio de un detonador activado por un mecanismo de relojería. El timer, o sea el contador que efectúa una cuenta regresiva segundo a segundo, se va aproximando al momento fatal.

El protagonista ha llegado a desmontar la tapa del ingenio y se encuentra frente al dispositivo, con un alicate en la mano. Allí hay dos cables uno azul y otro rojo; él sabe que debe cortar uno de ellos para abortar la explosión, pero no sabe cual es y si se equivoca de cable el estallido acontecerá irremediablemente.

Le quedan unos pocos segundos y debe decidir por el cable rojo o el azul. 5,4,3,2,1 …elige y corta: ¡¡boooooom!!

La onomatopeya es de mi factura personal, porque bien podría haber culminado así la escena, pero en las películas siempre sucede al revés y la elección del héroe es la correcta y se evita la deflagración.

20 % de indecisos

Sería, más o menos el porcentaje de quienes aún no han decidido que hacer ante el referéndum de la LUC el próximo domingo 27 de marzo, según las encuestas.

Una cifra porcentual demasiado alta, comparando otras instancias históricas similares, en una fecha tan próxima al acto del sufragio.

Antes que me digan (seguramente alguien ya lo pensó): ¡otra vez hablando de política! les comento que en el canal de No+Mentiras de Telegram hubo varios posteos sobre el tema, todos muy comentados. El récord lo tuvo uno de ellos, que es una “encuesta” sobre voto en el referéndum, hecha en otro sitio de dicho sistema de mensajería y red social, que cosechó 262 comentarios, lo cual muestra el interés que suscita entre los seguidores de ese medio de comunicación, esta cuestión.

Además ya podemos ver, sin lugar a dudas, que la Plandemia, además de sus componentes biológicos y sanitarios, es un asunto de índole política.

Cómo patente confirmación de este razonamiento, hacia un futuro próximo está el proyecto de “tratado contra las pandemias”, que se está elaborando en el seno de la OMS, también con la participación de delegados uruguayos. De aprobarse constituirá un nuevo despojo de la soberanía de los países y ciertamente será aplicado para seguir acentuando medidas totalitarias y liberticidas desde un nivel político supranacional.

Ahora bien, volviendo al ámbito nacional uruguayo, en este próxima instancia electoral, Ud. podría estar en una situación parecida a la del protagonista del film aludido en los primeros párrafos. Deberá elegir A o B y aunque no se decida por ninguno de ellos el desenlace igual se va a producir.

La diferencia es que además de poder optar por el “cable rosado” o el “cable celeste” el domingo que viene, hay dos o tres otras posibilidades, aunque sólo una de ellas será contabilizada como un color diferente. Anulando el voto no se impedirá que se produzca el resultado (no tan dramáticamente explosivo en el instante) pero sí quedará la constancia claramente diferenciada que un conjunto de ciudadanos nos oponemos a los dos matices de las propuestas de quienes apoyaron la Plandemia.

Dividir al movimiento social emergente para reinar.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el peso cuantitativo en el conjunto social, de esa difusa categoría sociológica que ha surgido más o menos espontáneamente, para describir a un nuevo movimiento social que se ha generado durante los dos largos años plandémicos; la disidencia.

Los voluntariamente no-inoculados con las sustancias experimentales parece que somos partícipes de oficio de ella, porque rechazar inyectarnos con las denominadas “vacunas” contra Covid-19, significó una actitud de resistencia manifestada de muchas formas diferentes y también contra las medidas de control social sanitarias que se nos quisieron imponer por la fuerza.

Pero también este grupo de ciudadanos se ve acrecentado por numerosos “desilusionados” de las inoculaciones. Hay mucha gente, que han sufrido daños, incluso calvarios familiares por los efectos adversos y/o una atención sanitaria insuficiente.

También hay otros, que aún habiendo recibido las inyecciones experimentales sin ser afectados por el momento, se han informado más en profundidad y han salido del yugo vacunatorio al percibir los indicios de una estafa potencialmente mortífera.

El surgimiento de una masa ciudadana que ya no se identifica ni apoya irreflexivamente las opciones político-partidarias institucionalizadas de larga data, que fueron los que gestionaron y sostuvieron todas las medidas plandémicas es un fenómeno importante, a la vez que potencialmente revulsivo socio-políticamente hablando.

Es por ello que el “Sistema” (y aquí incluimos a los partidos políticos vinculados a las estructuras instituidas por cargos rentados y otros lazos simbólicos, a la principal organización sindical del país, a la denominada “Academia”, etc.) tiende más o menos deliberadamente a intentar neutralizar ese hecho nuevo, que de continuar creciendo va a seguir cuestionando mucho de lo ya consuetudinariamente establecido y con más posibilidades de cambiarlo.

Una de las maneras de conseguir detener ese proceso de crecimiento y reducir la capacidad de cuestionamiento y cambio del movimiento, es apostar por dividirlo.

El divisionismo vendrá evidentemente desde diferentes instancias sistémicas y eso es previsible e incluso hasta cierto punto puede ser detectado y contrarrestado por el propio movimiento en su proceso de desarrollo.

Pero también aparece desde dentro del propio Movimiento disidente, por múltiples razones, que no son solo la de la clásicamente denominada “infiltración” de componentes dedicados a destruir desde dentro. Como el movimiento se genera a partir de personas que hasta el inicio de la Plandemia participamos con mayor o menor adaptación, conformidad o insatisfacción del mismo Sistema que ahora queremos cambiar, al menos en algunos de sus componentes fundamentales, esa tendencia, en una parte inconsciente, a neutralizar la fuerza instituyente cuestionadora, está presente en el propio Movimiento desde sus orígenes.

La desacumulación también es parte de un proceso de crecimiento.

El pasado sábado 19 de marzo he visto con un poco de desazón la baja convocatoria de la marcha y acto del Rally por la Libertad. La consigna “volver a unirnos es más fuerte” fue una linda idea, pero habiendo sucedido la actividad en la realidad, no funcionó de la manera esperada.

Creo que es necesario y saludable hacer una evaluación buscando explicaciones y causas de la desacumulación que se viene dando en actos y marchas callejeras, desde el punto máximo alcanzado en 2021. Yo tengo algunas pistas, de mi propia factura y por algunos intercambios con compañeros. Pero que me puedo asombrar, si ni siquiera en las relaciones interpersonales más de base, los buenos deseos e intenciones nos conducen con certeza a la armonía.

Sin embargo por haber vivido durante mi temprana adolescencia y juventud bajo la dictadura militar uruguaya, estoy lo suficientemente curtido, a fuerza de acciones, ilusiones y desilusiones, como para saber que las maneras de acumular masa crítica son múltiples y no todo pasa por las movilizaciones callejeras (que igualmente son muy importantes y decisivas en ciertos períodos históricos claves).

Por eso, por conocer y ser parte integral de la cultura uruguaya, se que las tradiciones electorales no se pueden dejar impunemente de lado, ya que también significan una manera de movilización social, que aunque impuesta legalmente y generalmente matrizada por los grandes intereses de poder y económicos que se expresan en los partidos políticos, son parte de la idiosincracia nacional de Uruguay.

Es así que no comparto cuestionamientos, al menos en esta coyuntura histórica, a la obligatoriedad del voto de los ciudadanos uruguayos.

Digo más, por mi condición de emigrante desde hace ya un tiempo prudencial, he perdido la validez de mi credencial cívica y si bien tengo pasaporte y cédula de identidad uruguayas vigentes (que además utilizo cuando tengo oportunidad), me propongo hacer los trámites para recobrar la vigencia de este tercer documento de identidad de la tríada: cédula, pasaporte, credencial cívica. Que no me vengan con Identidades digitales globales…

Aprovechar esta etapa de movilización cívica para avanzar en la construcción de una presencia clara y diferenciada, deslindada de ambos bloques dominantes en el panorama político nacional, tal vez no estaba en consonancia con nuestro grado de maduración colectiva, vista la novedad cronológica del movimiento. Pero no haber podido generar un máximo de unidad de acción muestra carencias en la conducción que habrá que superar para futuras batallas.

¿Se puede medir la distancia de la masa crítica en un movimiento social?

En cuanto fenómeno social, por su naturaleza viva y cambiante, no se puede cuantificar con la precisión que un cronómetro mide hasta décimas o centésimas de segundo. Sin embargo si se pueden visualizar de manera bastante patente sus manifestaciones concretas. Podríamos poner ejemplos de colectivos y movimientos sociales, que de estar reprimidos e invisibilizados en otro momento histórico, ahora por el cambio de circunstancias han logrado importantes cambios de su situación, obteniendo una visibilidad y aceptación social que tal vez la mayoría de sus componentes ni imaginaban en las épocas más duras.

La realidad de fenómenos sociales con convocatoria masiva y militancia no se puede negar cuando son hechos objetivables. Pero también en algunos casos actuales juega a su favor el peso político de apoyos y de financiamiento por el seguimiento de agendas globalistas (el tema del cambio climático muestra esto con claridad en Europa, en Uruguay son evidentes algunos otros)

Por lo tanto hay colectivos con importante caudal de participantes, que ya han conseguido una visibilidad pública que no tenían hace algunas décadas. Así muchos de sus integrantes votarán por la opción que crean que mejor defiende sus derechos e intereses, pero no necesitan marcar presencia en esta instancia.

Bien diferente es la situación de la disidencia a la Plandemia, porque no somos un movimiento digitado por algunas ONG’s ni recibimos nada de ningún mecenas globalista y la visibilidad que podemos buscar debe ser lograda a pulmón.

Por ser un movimiento social transversal, de por sí tenemos integrantes con simpatías partidarias a priori. Pero simultáneamente la mayoría de nuestros componentes hemos roto los lazos con antiguas filiaciones políticas que nos maltrataron y decepcionaron durante estos dos últimos años de totalitarismo sanitario.

Nosotros sí necesitamos batallar por ser visibles, porque precisamente una de las estrategias de control social pandémico consistió en invisibilizarnos.

Pero la cuestión es que el voto disidente se va a ver dividido y por lo tanto parcialmente invisibilizado al fragmentarse en porcentajes menores de votos válidos por el NO, de votos por el SI y de votos en blanco, que se suman a los del NO. Esta última posición me parece la más equivocada de todas dentro de la disidencia.

También habrá no-votos, es decir compañeros que no irán a votar, lo cual tiene coherencia en cuanto a otra actitud de protesta, pero que no obstante y sin intención, sirve a los intereses sistémicos pues también contribuye a la dispersión del voto disidente.

Por lo tanto sigo teniendo la plena convicción que hay un único voto que por no ser válido, no se inclina ni a un lado, ni al otro de los bloques políticos-partidarios y defiende una posición netamente diferenciada.

El único voto que suma a la masa crítica para la resistencia en esta ocasión histórica, el de los leones y las lobas que también saben pelear en minoría cuando es preciso, es el voto ANULADO.

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